- ¿Así que, Luciano, te viajaste hasta aquí para relocar tu Solar?
- Correcto.
- ¿Nada más?
- Pues bueno, cuando uno se pone de viaje planea hacer muchas cosas, como por ejemplo visitar museos, comer comida típica, encontrarse con amigos o colegas, ¿no?
- Claro, pero algo no entiendo... Y ¿cuándo tendrás el momento del retorno?
- Martes.
- ¡Pero si tu cumpleaños es miércoles!
- Sí, pero el Retorno Solar puede acontecer un día antes o un día después, no necesariamente el día mismo del cumpleaños.
- Y en miércoles pues ¿qué haces?
- Nada, me viajo de vuelta a mi casa.
- ¿Y a qué hora es tu Retorno Solar?
- Siempre a una hora diferente todos los años.
- Sí, pero quiero decir... el martes ¿a qué hora te tocará el Retorno Solar?
- A las ocho y media, hora de aquí. A las ocho y media de la mañana.
- ¿Y qué harás entonces?
- Nada, nada especial.
- ¿Cómo, nada especial? Pero ¡si es un momento mágico, único, muy que pero muy especial!
- Es verdad, pero no es necesario hacer nada especial en ese instante.
- Pero ¿no siente uno nada? ¿No se siente algo particular? ¿Alguna energía o qué sé yo...?
- No, no creo. Yo por lo menos, nunca siento nada especial. Así que a lo mejor a esa hora estaré durmiendo, o tal vez desayunando en el hotel.
- Pero no, Luciano ¿cómo puedes hacer esto? ¡Es un momento especial, tienes que hacer algo!
- Por ejemplo ¿qué?
- Pues bien, digamos... levantarte temprano, mirar el sol levantándose, luego echar un respiro profundo y absorber la energía del momento.
- Bueno, sabes, soy muy perezoso: a lo mejor me quedaré tumbado en la cama, dormido.
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